Con los vinos de esta cosecha ya encaminados llega el momento de hacer balance, de valorar este cosecha que acabamos de recolectar.
El 2025 será recordado como un año de aprendizaje, esfuerzo y adaptación. Un ciclo climático exigente que, pese a las dificultades, ha dejado uvas con una personalidad marcada y vinos con carácter.
Analizamos los aspectos clave que han marcado esta cosecha.

Un año de extremos: lluvias generosas y calor intenso
El ciclo comenzó con abundantes precipitaciones en invierno y primavera, que favorecieron un desarrollo vigoroso del viñedo. Sin embargo, esa misma humedad trajo consigo una presión de mildiu sin precedentes—la más severa que hemos vivido—que supuso un gran reto en el manejo del viñedo.
Agosto llegó con intensas olas de calor, alcanzando los 40 °C y noches tropicales. Aun así, las cepas resistieron bien gracias a las reservas hídricas acumuladas.
Septiembre, cálido y seco, permitió una maduración lenta y uniforme, concentrando los azúcares en las bayas.
Menor producción, mayor concentración
Las condiciones del año, junto con un episodio de granizo en julio, redujeron la producción en buena parte del viñedo, especialmente en las parcelas de Tempranillo.
Aun así, las uvas sanas mostraron un equilibrio excepcional y una notable concentración, con bayas pequeñas y una acidez natural vibrante.
El rendimiento medio se situó claramente por debajo de la media de los últimos años—aunque por encima del 2024—pero la calidad del fruto compensa con creces esta menor cantidad.
Una vendimia temprana y más selectiva
La vendimia comenzó ligeramente antes de lo habitual, el 12 de septiembre, y finalizó durante la primera semana de octubre.
La sanidad del fruto fue excelente, sin presencia de botritis ni oídio, lo que nos permitió trabajar con calma y precisión.
Cada parcela se vendimió en su punto óptimo de madurez, reflejando el compromiso con la calidad que define a Ostatu.

Los vinos de la 2025: profundidad y autenticidad
Los primeros vinos que estamos comenzando a probar de esta añada se muestran equilibrados, expresivos y con gran intensidad aromática.
Son vinos profundos, pero también frescos, que reflejan la fuerza del viñedo y el trabajo paciente de todo el año.
Una añada que, aunque corta en cantidad, será recordada por su calidad, autenticidad y el espíritu de superación que la hizo posible.
